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De TikTokera a Influencer Política: El Ascenso de la Niña Fresa

 



Hace algunos días, la Niña Fresa, tiktokera mexicana con 5.5 millones de seguidores, publicó un post elogiando a Claudia Sheba (sic) por sus “actividades bonitas” en la Ciudad de México como el “Reto Verde”. Poco después, tanto en medios tradicionales como en redes, se soltó un debate tremendo sobre la relevancia de su publicación. Se discutía si una influencer re-conocida por mostrar situaciones chuscas de la vida cotidiana era pertinente para hablar de preferencias políticas. También se cuestionaba si el Partido Verde había vuelto a la tentación de financiar influencers para promover disimuladamente al partido y por lo que fue penalizado por su violación a la veda electoral en 2021. Finalmente, se hablaba de la cantidad de los montos otorgados o de su atribución. Curiosamente, nadie parece preguntarse si efectivamente un video de apenas 15 segundos puede tener incidencia alguna sobre el potencial electorado. Pareciera que la respuesta es evidente y que si se llama influencer es porque tiene influencia sobre quien mira su producción.

Parece que, frente a este fenómeno nuevo que es el uso de TikTok, encontraremos comportamientos electorales nuevos. Argumentos hay muchos. Que si hay que estudiarlo de manera aislada porque es para esa categoría que se llama “los jóvenes”, que si es específico pues es la única plataforma que podría convencer a los primovotantes -quienes además pueden definir, según el INE, las próximas elecciones-, que si TikTok afecta neuronalmente a las personas y que entonces sí que incide. Todo parece indicar que nos encontramos frente a una actualización mejorada de la jeringa hipodérmica y que poco queda de lo que sabíamos en sociología electoral clásica.

Pero ¿qué nos dice la producción académica sobre la relación entre el uso de TikTok y la Comunicación Política? Gracias a los softwares que se encargan de hacer búsquedas exhaustivas en la literatura ayudados por inteligencia artificial, podemos saber si existe evidencia empírica científicamente probada que lo que dicen los influencers será seguido al pie de la letra por la comunidad de seguidores. O, en otras palabras, saber si el Partido Verde (¡o cualquier otro partido!) tiene razón de financiar personas célebres para que les generen votos el día de la elección.

Tras una búsqueda sistemática en Consensus, Litmaps y Google Scholar, la respuesta es que, como sabemos desde hace más de 80 años, no hay evidencia empírica alguna que permita demostrar que hay una relación directa entre lo que dicen las celebridades y las preferencias electorales de las personas. Como para la mayoría de las preguntas en la academia, la respuesta es que es mucho más complicado y que todo depende. Si queremos entrar en detalle, sabemos que la decisión del voto es multifactorial y que hay elementos estructurales y coyunturales en juego. Sabemos también que la educación y el nivel de compromiso político de las familias juegan un rol fundamental. Entonces, con estos nuevos hallazgos podemos destacar que el legado de Lazarsfeld y su equipo sigue vigente, aunque relegado en los debates.

En sus libros The People’s Choice y Personal Influence, ellos sostenían que los medios no determinan en ningún caso las preferencias electorales, sino que funcionan como un mecanismo de refuerzo de predisposiciones. Esto quiere decir que los medios o las redes sociales no inciden más que cuando uno mismo quiere que lo hagan. En sus palabras, los medios tienen efectos, pero son indirectos y limitados. Indirectos pues las personas creeremos a los mensajes políticos en la medida en que estén mediados por las personas en quienes confiamos y limitados pues no a todo el mundo le interesa la política con el mismo ahínco y puede ser que una labor de convencimiento de horas se reduzca a unos segundos en la memoria de la memoria convencida. La particularidad de estos trabajos es que se concentran en las opiniones de la ciudadanía más que en las especificidades de las campañas o de las estrategias.

Desde entonces, se ha generado una doble vía donde por un lado se analizan las opiniones de las personas gracias a las agencias encuestadoras y, por otro, desde la academia, las campañas y las plataformas, como el caso de la literatura sobre TikTok y su relación con la comunicación política. Hasta ahora, los trabajos se concentran en estudiar los interesantísimos intentos por parte de distintas personas candidatas de acercarse a TikTok para seducir el voto de la población más joven. TikTok promueve un lenguaje más informal y por lo tanto más cercano con los seguidores, permite a las personas candidatas conectar directamente con las fracciones más jóvenes de la población y tres, se puede sostener sobre temas que no son considerados como políticos en sentido clásico de la palabra. Sin embargo, los casos que se muestran como ejemplos de éxito podrían ser duramente discutidos, como es la relación de amor-odio que tiene Joe Biden con su propia cuenta, así como las campañas en Perú, que demuestran que, en vez de establecer conexión política con sus audiencias, las cuentas se vuelcan principalmente al entretenimiento (politainment). Lo más interesante es que, en detalle, ninguno de estos estudios pregunta si en algún momento el interés presentado por las plataformas se transforma en participación electoral.

Así que, gracias a la inteligencia artificial y a las plataformas de búsqueda de literatura académica, podemos concluir que tal vez valga la pena seguir financiando influencers como una apuesta incierta de un elemento que eventualmente pueda incidir en algunas personas si éstas así lo propician, y nunca como una relación causal. Sobre todo, cuando se trata de los jóvenes, usuarios principales de TikTok, a quienes conocemos bastante mal pero que sí sabemos que la política en sentido electoral les interesa bastante poco. Pero esa reflexión merece otra publicación.




Autora



Doctora en Ciencia Política de la Universidad de Toulouse 1 y del Instituto de Estudios Políticos de Toulouse. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 1 y Académico de Tiempo Completo del Departamento de Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Sus área de interés, y de investigación, se centran en la sociología del periodismo, periodismo local, precarización de las y los periodistas en la Ciudad de México; prácticas periodísticas comparadas; historia del periodismo; y sociología de producción de la información; y epistemología en ciencias sociales.


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